LA IRRESPONSABILIDAD DE MOCKUS
- Guillermo García Parra
- 15 may 2014
- 4 Min. de lectura
Uno de los rasgos más sobresalientes de aquellos a los que en política colombiana llamamos independientes consiste en que piensan que son impolutos. Los independientes están en contra de lo que con razón han demonizado llamándolo “la política y los políticos tradicionales”, una forma de organización del poder que nos acompaña desde el Frente Nacional (sino es que antes), y que se caracterizaría por el clientelismo, la corrupción, las prácticas de exclusión hacia otras formas de hacer política, y una política económica que favorece a una minoría acaudalada. Acaso con razón, los independientes encuentran inmoral y corrupta esa organización del poder. No obstante, oh paradoja, los independientes son irresponsables porque tienen la razón. Pues, y vaya uno a saber por qué, la manera como ven la política tradicional lleva a los electores y políticos independientes a creer que no tienen mácula alguna, que la antipolítica que proponen como alternativa a la política ordinaria es perfecta. Que son los buenos y los políticos tradicionales los malos. Que por advertir bien cómo es lo político pueden decir y hacer lo que quieran sin someterse a la crítica, sin rectificar sus equivocaciones, y lo más importante, sin cumplir las obligaciones que han contraído con el electorado. Así tiene lugar una irresponsabilidad infame que impide que haya una opción de cambio diferente a las que nos proponen la izquierda prehistórica y la derecha uribista.
Esta reflexión se me ocurre a menudo, pero la reproduje anteayer, cuando leí una entrevista que le concedió a la revista Semana el profesor Antanas Mockus. Este, hacía muchas semanas (desde aquella ocasión en que, ridículo e irrelevante, se ofreció como fórmula vicepresidencial de Jhon Sudarsky), hacía muchas semanas que no hablaba por los micrófonos de la radio ni escribía en las páginas de los periódicos ni aparecía en entrevistas periodísticas. Al final de Abril, había concedido otra entrevista a El Nuevo Siglo en la que (¡Quién lo hubiera creído!) apoya la reelección del presidente Juan Manuel Santos. “Mucha gente valora lo que ha avanzado el presidente Santos en materia de paz. Y hay un dicho norteamericano: si algo no está dañado, pues no se ponga arreglarlo. Es el mejor candidato”. Ahora, en la entrevista de Semana, Mockus no solo informa nuevamente que apoya a Santos, sino que trata de justificar este apoyo. Según Mockus, es más probable que las Farc le cumplan a Santos que a ningún otro candidato. “Si yo fuera FARC, negociaría muy posiblemente con Santos y no haría la paz con ninguno de los otros candidatos tan fácilmente como con el actual presidente porque de algún modo él representa a las élites y las compromete. Si la paz la firma Santos, hay mayor probabilidad de que las élites la cumplan”.
No voy a entrar a cuestionar el apoyo que Antanas Mockus le ofrece al presidente Santos. Mockus ha acertado aquí. Lo que creo incorrecto, indecente, irresponsable, para decirlo en una palabra mejor, infame, es que Mockus aparezca como si nada hubiera pasado, como si no hubiera renunciado al partido verde en 2011, como si con ello no le hubiera dado el golpe de gracia a la mayor esperanza de renovación política que se hubiera dado en Colombia desde el Nuevo Liberalismo de Galán, y como si, haga lo que haga, siguiera siendo el faro moral para miles de colombianos desesperados.
Como bien es sabido, Mockus ha sido el político que en los últimos años mejor ha llevado a cabo la antipolítica. Con el arma de la pedagogía, que usa muy bien, Mockus se ha tratado de posicionar como un pedagogo que gobierna de una manera honrada, sabia, buscando educar en la “cultura ciudadana” a los bárbaros ciudadanos colombianos. Al leer las recientes declaraciones de Mockus, no pude evitar sentir de nuevo en ellas la pretensión pedagógica del entrevistado. Mockus todavía se siente en una privilegiada posición sabia y moral que le permite decirle a nosotros, los ignorantes e inmorales ciudadanos, qué debemos hacer con nuestro país. No de otra manera se puede interpretar el respaldo de Mockus al proceso de paz. El pacifista Mockus sale a decirle a los colombianos porqué deben apoyar a Santos.
Reitero que no estoy en contra de lo que ha dicho Mockus. Solo quisiera aclarar que, como sucede con Samper, Pastrana y Uribe, un político que abandona a sus electores de la manera como lo hizo Mockus en el 2011 no tiene ninguna autoridad moral para salir a pontificar sobre la paz como lo hace Mockus. En el 2010, Mockus recibió un mandato muy claro por parte de sus electores para salir a construir un partido político diferente, alternativo, el Partido Verde. Y este, en la última campaña por la alcaldía de Bogotá, abandonó el partido con la excusa de que Alvaro Uribe apoyaba a Peñalosa. No voy a decir que Peñalosa hubiera obrado bien, solo que al abandonar el Partido Verde, Mockus dejó desamparados a los independientes, allanó el camino para que Petro ganara la alcaldía, y llevó a los verdes a una crisis unas consecuencias todavía vivimos hoy.
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