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¿POR QUÉ ES IMPORTANTE QUE LOS COLOMBIANOS ESCRIBAN BIEN?

Colombia necesita ciudadanos y profesionales responsables que dominen las capacidades de comunicación oral y escrita que son empleadas tanto para producir bienes y servicios como para comunicarse con los consumidores.

Foto: debatesobrepobrezas.uniandes.edu.co/Historial_Gente/Imagenes_Gente/253_bibliobur

Hace pocos días, la revista Semana publicó un artículo titulado “Los colombianos se rajaron en escritura” (http://www.semana.com/cultura/articulo/colombianos-redactan-mal/452318-3). Me sorprendí mucho al leerlo. Por el título, me imaginé que trataba acerca de alguna evaluación de capacidades escritas en la que a los colombianos les fue mal. En cambio, me encontré con una mezcla de editorial, reportaje y entrevista en la que primero se critica el mal uso de la escritura, después se reproducen las opiniones de varios humanistas acerca de las razones por las que se escribe mal, y, finalmente, se entrevista a Piedad Bonnett a propósito de una columna que escribió en El Espectador (http://www.elespectador.com/opinion/una-triste-radiografia). Ese artículo no solo ofrece una cosa y da otra sino que está bastante desorganizado.


Resulta irónico que un artículo que busca cuestionar el mal uso de la escritura esté mal escrito. Pero el problema más grave no es ese, consiste en que, sin información empírica, a partir de descripciones muy generales, el artículo concluye que los colombianos no escriben bien. Dice Semana: “Los síntomas preocupan: errores ortográficos imperdonables, signos de puntuación mal usados o inexistentes, frases inconclusas y palabras repetidas, mal uso o ausencia de los tiempos verbales, oraciones que no se conectan con coherencia”. No pienso discutir las afirmaciones que aparecen en este fragmento; pueden ser verdaderas. Lo que sucede es que semejantes afirmaciones no tienen mucho valor por cuanto que no están sustentadas con información que explique de qué manera son ciertas. No incrementa nuestro conocimiento que Semana nos diga lo que ya sabemos (o creemos) que es así sino que nos explique cómo lo es.


Lo que más me sorprendió, no obstante, es que el artículo de Semana no aborda una pregunta fundamental: “¿Por qué es importante escribir bien?”. Cuestionar el que los colombianos escriban mal supone afirmar que estos deberían escribir bien. Pero esa afirmación puede ser verdadera por muchas razones diferentes. ¿Por qué los colombianos deberían escribir bien? ¿Por qué ello es necesario para sobrevivir y vivir bien? ¿Por qué escribir bien es bello y escribir mal feo? ¿O porque los colombianos no deberían causarle desagrado a los académicos y escritores a los que les disgusta que alguien escriba Bolibar y no Bolívar?


¿Cómo buscar que los ciudadanos escriban bien si no se les explica claramente por qué es importante que lo hagan? El artículo antecitado no explica adecuadamente en qué sentido los colombianos escriben mal, evade esta pregunta insoslayable y plantea conclusiones obvias e irrelevantes. Los diagnósticos y soluciones que, según Semana, se les ocurren a ciertos académicos y escritores, están llenos de lugares comunes. Según Hugo Ramírez, “nadie me puede pedir que ponga las tildes bien cuando no me las enseñaron”; para Elvira Cuervo de Jaramillo, “se nota una terrible ausencia de educación en español”; Andrés Hoyos dice que “se cree que se va a aprender a escribir a punta de gramática y sintaxis, cuando la escritura es de hábitos: es como si a usted le enseñaran a manejar carros con un manual de mecánica y no con la práctica”. Camilo Jiménez sostiene, por su parte, que en Colombia “se escribe con muchas limitaciones, con mucha pobreza y con muchos problemas porque se lee mal”. Estas reflexiones pueden ser verdaderas, es más, coincido con algunas de ellas. Solo que no contienen nada que alguno no haya dicho antes.


Este no es un asunto menor sino un reflejo del nivel del debate público respecto a los problemas de las humanidades, las ciencias sociales y la educación. Uno de los roles atribuidos a las humanidades y las ciencias sociales consiste en formar ciudadanos que puedan comunicar sus ideas claramente, usando para ello un lenguaje correcto ortográfica y sintácticamente. Si los ciudadanos no escriben bien, eso indica que las humanidades y las ciencias sociales no están cumpliendo con uno de sus objetivos fundamentales. Desafortunadamente, el análisis del rol de las humanidades y las ciencias sociales en Colombia es bastante pobre especialmente por dos razones. En primer lugar, en Colombia generalmente son discutidos públicamente los problemas de las humanidades, las ciencias sociales y la educación debido a situaciones coyunturales, como, por ejemplo, la mencionada columna de Piedad Bonnett. Y, en segundo lugar, se reproducen acríticamente los discursos acerca de lo que son tales disciplinas. Los académicos y los escritores defienden las humanidades y las ciencias sociales a partir de discursos decimonónicos que conciben a estas disciplinas como proyectos culturales que se llevan a cabo por el goce que se alcanza por medio de la producción de conocimiento o por razones políticas.


¿Por qué es importante que los colombianos escriban bien? El que los colombianos no escriban bien no es un problema simplemente porque los textos de quienes participaron en un concurso de cuento estén mal escritos. Eso es un asunto baladí en un país en el que el empleo formal es escaso, los impuestos son tan altos que el que trabaja en buena medida lo hace para el Estado, la desigualdad es una de las más altas de la tierra, y, por lo tanto, sobrevivir es bastante difícil. El que los colombianos no escriban bien es un problema porque las capacidades de comunicación oral y escrita están relacionados con el desempeño profesional y laboral y porque son un indicio de una ciudadanía apática con los asuntos públicos, que no se sabe informar y que no se sabe comunicar. Las humanidades y las ciencias sociales forman ciudadanos. Estas disciplinas divulgan información histórica y teórica que es necesaria con miras a entender qué son lo político, lo público y lo privado, para comprender las políticas públicas y para desarrollar juicios de valor respecto a lo político. La buena escritura es un indicio de buenos ciudadanos y es muy desafortunado que Semana no lo hubiera dicho.


Pero hay algo más: la buena escritura también es un indicio de buenos profesionales. Los ciudadanos no solo son agentes sociales que entienden de política, juzgan la cosa pública y participan en la toma de decisiones democráticas. También son profesionales que producen bienes y prestan servicios. Para ello es indispensable que cultiven y dominen las capacidades de comunicación oral y escrita. No solo los ciudadanos han de leer, hablar y escribir para producir bienes y prestar servicios, sino que también para comunicarse con los consumidores de aquellos bienes y servicios. Por ende, aquellos que hablan y escriben bien producen y prestan mejores bienes y servicios y se comunican mejor con sus jefes y clientes.


A mi juicio, los productores y centros de producción del conocimiento de las humanidades y las ciencias sociales olvidan por completo esta dimensión de la escritura y la lectura, si no la soslayan espectacularmente. ¿Por qué lo hacen? Mi impresión es que para los humanistas y los científicos sociales sigue siendo abominable la idea de que se escriba o se lea llana y simplemente para ganar dinero. Habría que hacer dos precisiones. Primero, esta idea no es exacta. Yo pienso que que las humanidades y las ciencias sociales deben ser rentables no tanto por el dinero como tal sino porque el dinero es necesario para financiar la producción de conocimiento. Y, segundo, mostrar como las humanidades y las ciencias sociales contribuyen a la producción de bienes y servicios dignifica estas disciplinas. Muestra que estas contribuyen a la producción de valor económico y simbólico, y que, por lo tanto, no están en crisis.


La educación en humanidades y ciencias sociales está fallando. Los jóvenes estudiantes de la era digital no le encuentran valor a la lectura y la escritura. Si los humanistas y los científicos sociales desarrollaran currículos y estrategias de enseñanza que revelen como la comunicación oral y escrita es necesaria para ser un buen profesional, tanto estudiantes como padres de familia empezarían a valorar las humanidades y las ciencias sociales de la misma manera como aprecian las ciencias naturales y las matemáticas.


(Este artículo fue publicado originalmente en El Mal Economista de El Espectador: http://blogs.elespectador.com/el-mal-economista/2015/12/15/por-que-es-importante-que-los-colombianos-escriban-bien/)


Bibliografía


http://www.semana.com/economia/articulo/los-filosofos-gerentes/44138-3

http://www.semana.com/cultura/articulo/colombianos-redactan-mal/452318-3

http://www.project-syndicate.org/commentary/andrew-delbanco-on-the-role-of-science-and-humanities-in-higher-education/spanish

http://www.theatlantic.com/education/archive/2014/06/the-morbid-fascination-with-the-death-of-the-humanities/372216/

http://www.elcolombiano.com/sigue-el-paro-en-la-de-antioquia-EY3203723

http://www.desdeabajo.info/ciencia-y-tecnologia/item/27656-cinco-problemas-de-las-ciencias-de-la-complejidad-y-la-globalizacion-neoliberal.html?utm_source=hootsuite

http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/juego-futbol-como-messi-en-defensa-del-idioma/16454754

http://www.elespectador.com/opinion/una-triste-radiografia

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