EL BUEN BLOGPOST
- Guillermo García Parra
- 3 may 2015
- 2 Min. de lectura
Si el título lo hizo pensar que en esta entrada le voy a indicar cómo se debe escribir un buen blogpost, está usted equivocado. Puede que usted no haya pensado tal cosa, pero no importa: solo hice una suposición para introducir el tema de que quiero hablar.
Hace unos años trabajé como blogger en una nueva emisora y revista digital. En ese tiempo estaba obsesionado con la idea de escribir entradas de blog largas y completas, bien pensadas y bien manejadas, que le dieran mérito a este género literario tan reciente, y así las empecé a publicar. Pues bien, recuerdo haber sido matoneado por uno de los miembros del staff de la revista, que sostenía que las entradas de blog debían ser cortas y me empezó a tratar como un bruto que no lo sabía. ¿Tenía que saberlo? En ese tiempo yo tenía poca trayectoria (como hoy, ja, ja), y, a diferencia de aquella persona, no trabajaba para medios prestigiosos de marca reconocida. Pero no, no tenía que saberlo. Si algo caracteriza a los géneros digitales es que no están sometidos a cánones que prescriban cuán largos deben ser. Así, uno puede encontrar blogs largos buenos y malos y blogs cortos buenos y malos. Todo depende de los propósitos del blogger, de la política editorial del espacio periodístico en que participa, etc. Las entradas de los blogs no tienen por qué ser cortas. No saber eso es el colmo de la ignorancia, más tratándose de personas que trabajan en los medios más importantes del país. Ah, y ni siquiera eso, trabajar en un medio importante le puede dar a alguien la autoridad de prescribir cómo debe ser escrito un blog.
Por supuesto, la política editorial de un medio puede imponer restricciones al número de palabras, buscar abiertamente blogs cortos y sintéticos. En ese caso quienes la aplican están implantando un estilo, no adecuándose a un canon. Los escritores y periodísticas decidirán si aceptan las políticas editoriales o no. En mi caso, me fui de aquel medio. Más que el matoneo, me fastidió la actitud de los dueños de la revista, que creían que se las sabían todo, que me estaban enseñando y que no aceptaban que pensara por mi cuenta. Esa actitud se la podría aceptar a los dueños de Semana o El Malpensante, que han consolidado sus publicaciones, pero no a cuatro muchachitos recién egresados que por diseñar una página web y conseguirse que algunos la visiten se creen divas que son expertos en el campo. Esa es la verdadera ignorancia. Hoy en día aquella revista digital no ha despegado. Por algo será…
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