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LEER VARIOS LIBROS AL TIEMPO: LEER MAL (Parte 2)

  • Guillermo García Parra
  • 15 nov 2015
  • 3 Min. de lectura

En un post anterior, describí el problema ocasionado por la mala costumbre de leer varios libros a la vez en la época digital.


En este momento estoy leyendo seis libros: Frankenstein, de Mary Shelley, Homage To Catalonia, de George Orwell, Mientras Agonizo, de William Faulkner, Dubliners, de James Joyce, A Portrait of the Artist as a Young Man, también de Joyce y Juventud, de J. M. Coetzee. Mentiras, la lista es más larga. Hace dos semanas me compré Walden, de Henry David Thoreau. Y hace dos días empecé a releerme el Quijote: me lo leí hace diez años y me lo había releído ya hace dos años, pero, al reencontrármelo en mi biblioteca personal no pude ceder a la tentación de volcarme de nuevo en sus páginas. Quisiera releerme el Quijote todos los años, como Carlos Fuentes. Leer el Quijote es bueno para el espíritu, permítaseme usar esta expresión. Ni siquiera estoy teniendo en cuenta los artículos y los libros que también estoy leyendo para preparar mi doctorado, planificar una investigación sobre el uso de las tecnologías digitales en la política colombiana, o escribir algunos artículos académicos sobre la relación entre Eros y política en Platón y Marcuse. ¿Cómo leer tantos libros? La respuesta es fácil: leyendo un libro a la vez. Punto.


Me empecé a leer todos estos libros en los últimos meses porque adquirí malas costumbres como resultado del mal uso de las tecnologías digitales. Lo increíble es que tendré que empezar de nuevo cada libro: ni siquiera recuerdo lo que ya leí días, semanas o meses atrás. Es una desgracia. Me desespera mucho no leer bien. Pensándolo bien, es lo mismo que no leer. Leer (literatura especialmente) es una actividad que me organiza el tiempo, me libera la mente y me pone en contacto con la verdad acerca de la experiencia humana (coincido con Gadamer: la literatura revela el ser, la verdad de lo que es). Alguno me dirá que debería preocuparme por asuntos menos intelectuales y pensar en trabajar, “hacer dinero”. Esto es pensar en mi trabajo. Estoy convencido de que las habilidades y conocimientos asociados a las humanidades y la filosofía son bastante relevantes en la economía del conocimiento del siglo XXI. Soy de aquellos que han convertido la lectura y la escritura en su modus vivendi. Como García Márquez, he tratado de ganarme la vida por medio de mi pluma. Si lo pienso bien, todos los trabajos que he desempeñado me obligan a emplear las habilidades y conocimientos que he adquirido como antropólogo, filósofo y literato autodidacta (me encanta este término) para leer y escribir y hablar con diversos fines.


Siendo así, no puedo darme el lujo de leer mal. La lectura es la base de mi trabajo. Leer mal es hacer mal mi trabajo. Una de las cosas que me encantan de la economía digital es que ha derrumbado paradigmas como el que interpretaba las humanidades como disciplinas inútiles. Esto no es así. En la economía digital del siglo XXI, que se basa en la producción del conocimiento, las capacidades y conocimientos asociados a las humanidades y las ciencias sociales son fundamentales para elaborar aquella información que se necesita para incrementar nuestro capital cultural, económico y social. Para mostrar que no estoy hablando paja reseñaré, a medida que los lea, los libros que mencioné al inicio de este post. En las reseñas correspondientes explicaré cómo la literatura ha influido en la emergencia de la economía digital del siglo XXI.

 
 
 

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